La ‘burbuja’ deja una herencia de cierres, impagos, desplomes bursátiles y bancos atrapados con casi medio billón en créditos
La venta de viviendas en España ha empezado a crecer tímidamente y con altibajos en 2010, tras más de dos años de permanente caída, según datos hechos públicos esta semana por el INE, y el número de insolvencias se ha reducido un 14% en el segundo trimestre, aunque uno de cada tres concursos de acreedores sigue estando vinculado al inmobiliario. Magro consuelo, en cualquier caso, en el tercer aniversario de una crisis que en este sector se ha llevado ya por delante cientos de promotoras y cientos de miles de puestos de trabajo, que ha puesto en peligro y ha obligado a reestructurar una parte importante del sector financiero español, y que ha reducido a menos de una cuarta parte el valor, la capitalización, de las inmobiliarias cotizadas entre el 30 de junio de 2007 y el 30 de junio de 2010.
La depreciación de la vivienda se ha acelerado además en julio, tras entrar en vigor el alza del IVA aprobada por el Gobierno, con una caída interanual del precio de los pisos del 4,3%, según el índice Tasaciones Inmobiliarias (Tinsa). El pinchazo de la burbuja inmobiliaria, sus efectos, no han concluido y, según el Servicio de Estudios del Banco de España, seguirán lastrando el crecimiento hasta medidos de 2011. El organismo supervisor estima que la crisis inmobiliaria restará un 5,4% del PIB total respecto al nivel al que llegó en 2007 (ese año, la inversión residencial alcanzó un umbral sin parangón en Europa, el 7,5% del PIB, y en 2011 apenas llegará al 4%).
Se prevé, además, según información recogida este miércoles por el diario Cinco Días, avalada por expertos y basada en datos del Ministerio de Fomento, que este año se construyan en España “menos de 100.000 casas, la octava parte que en 2006″.
Precisamente en ese año, previo al inicio de la transformación en pandemia de la crisis estadounidense de las hipotecas basura en agosto de 2007 y al estallido de la burbuja doméstica, el sector del ladrillo fue una fiesta. Dinero barato y operaciones apalancadas, financiadas con deuda, colocaron a varias inmobiliarias, como Metrovacesa o Colonial, a la cabeza de su sector en Europa, y a sus atrevidos empresarios, en las glamurosas listas de los más ricos del año. En 2006, 12 de las 35 mayores operaciones corporativas de financiación en Europa las protagonizaron inmobiliarias españolas. Adquisiciones y fusiones y salidas a Bolsa, se sucedieron y cambiaron el mapa del sector.
Así, y solo a modo de recordatorio y de forma sucinta, en abril de ese año salió a Bolsa la inmobiliaria catalana Renta Corporación; en mayo, la vallisoletana Parquesol y la valenciana Astroc (que unos meses después, en octubre, compraría el 60% de la inmobiliaria del Grupo Rayet por 449,5 millones y Landscape, inmobiliaria del Banco Sabadell, por cerca de 1.000 millones), y en julio salió al parqué Riofisa (adquirida en 2007 por Colonial).
También en 2006 Metrovacesa, la primera inmobiliaria española, amén de refinanciar un crédito de 3.200 millones suscrito un año antes para adquirir la francesa Gecina, se convirtió en escenario de una pugna entre la familia Sanahuja y Joaquín Rivero (presidente de la compañía) y Bautista Soler, con un cruce de OPA incluido, para hacerse con el control efectivo de la misma.
Al guateque de 2006 se sumó también San José, la octava constructora, que se hizo en julio con el control de la ya citada Parquesol mediante una OPA pactada con la familia Fernández-Fermoselle, que tras la salida a Bolsa controlaba el 50,77% de su capital. Ferrovial cedió también en ese ejercicio su división inmobiliaria a la catalana Habitat por un importe de 2.200 millones de euros.
El fin de fiesta corrió a cargo de Luis Portillo, Rafael Santamaría y Fernando Martín. El primero, a través de Inmocaral, tomó las riendas de Colonial mediante una OPA pactada con su socio de control, La Caixa, valorada en 3.761 millones de euros. El segundo, en una operación similar acordada con Banesto, socio de referencia, se hizo con Urbis a través de una OPA de 3.317 millones lanzada por su inmobiliaria Reyal. Y el tercero promovió a través de la firma que presidía, Martinsa, una OPA amistosa por el 100% de Fadesa, valorada en 4.045 millones.
La venta de viviendas en España ha empezado a crecer tímidamente y con altibajos en 2010, tras más de dos años de permanente caída, según datos hechos públicos esta semana por el INE, y el número de insolvencias se ha reducido un 14% en el segundo trimestre, aunque uno de cada tres concursos de acreedores sigue estando vinculado al inmobiliario. Magro consuelo, en cualquier caso, en el tercer aniversario de una crisis que en este sector se ha llevado ya por delante cientos de promotoras y cientos de miles de puestos de trabajo, que ha puesto en peligro y ha obligado a reestructurar una parte importante del sector financiero español, y que ha reducido a menos de una cuarta parte el valor, la capitalización, de las inmobiliarias cotizadas entre el 30 de junio de 2007 y el 30 de junio de 2010.
La depreciación de la vivienda se ha acelerado además en julio, tras entrar en vigor el alza del IVA aprobada por el Gobierno, con una caída interanual del precio de los pisos del 4,3%, según el índice Tasaciones Inmobiliarias (Tinsa). El pinchazo de la burbuja inmobiliaria, sus efectos, no han concluido y, según el Servicio de Estudios del Banco de España, seguirán lastrando el crecimiento hasta medidos de 2011. El organismo supervisor estima que la crisis inmobiliaria restará un 5,4% del PIB total respecto al nivel al que llegó en 2007 (ese año, la inversión residencial alcanzó un umbral sin parangón en Europa, el 7,5% del PIB, y en 2011 apenas llegará al 4%).
Se prevé, además, según información recogida este miércoles por el diario Cinco Días, avalada por expertos y basada en datos del Ministerio de Fomento, que este año se construyan en España “menos de 100.000 casas, la octava parte que en 2006″.
Precisamente en ese año, previo al inicio de la transformación en pandemia de la crisis estadounidense de las hipotecas basura en agosto de 2007 y al estallido de la burbuja doméstica, el sector del ladrillo fue una fiesta. Dinero barato y operaciones apalancadas, financiadas con deuda, colocaron a varias inmobiliarias, como Metrovacesa o Colonial, a la cabeza de su sector en Europa, y a sus atrevidos empresarios, en las glamurosas listas de los más ricos del año. En 2006, 12 de las 35 mayores operaciones corporativas de financiación en Europa las protagonizaron inmobiliarias españolas. Adquisiciones y fusiones y salidas a Bolsa, se sucedieron y cambiaron el mapa del sector.
Así, y solo a modo de recordatorio y de forma sucinta, en abril de ese año salió a Bolsa la inmobiliaria catalana Renta Corporación; en mayo, la vallisoletana Parquesol y la valenciana Astroc (que unos meses después, en octubre, compraría el 60% de la inmobiliaria del Grupo Rayet por 449,5 millones y Landscape, inmobiliaria del Banco Sabadell, por cerca de 1.000 millones), y en julio salió al parqué Riofisa (adquirida en 2007 por Colonial).
También en 2006 Metrovacesa, la primera inmobiliaria española, amén de refinanciar un crédito de 3.200 millones suscrito un año antes para adquirir la francesa Gecina, se convirtió en escenario de una pugna entre la familia Sanahuja y Joaquín Rivero (presidente de la compañía) y Bautista Soler, con un cruce de OPA incluido, para hacerse con el control efectivo de la misma.
Al guateque de 2006 se sumó también San José, la octava constructora, que se hizo en julio con el control de la ya citada Parquesol mediante una OPA pactada con la familia Fernández-Fermoselle, que tras la salida a Bolsa controlaba el 50,77% de su capital. Ferrovial cedió también en ese ejercicio su división inmobiliaria a la catalana Habitat por un importe de 2.200 millones de euros.
El fin de fiesta corrió a cargo de Luis Portillo, Rafael Santamaría y Fernando Martín. El primero, a través de Inmocaral, tomó las riendas de Colonial mediante una OPA pactada con su socio de control, La Caixa, valorada en 3.761 millones de euros. El segundo, en una operación similar acordada con Banesto, socio de referencia, se hizo con Urbis a través de una OPA de 3.317 millones lanzada por su inmobiliaria Reyal. Y el tercero promovió a través de la firma que presidía, Martinsa, una OPA amistosa por el 100% de Fadesa, valorada en 4.045 millones.
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