El día 27 de diciembre Ana Botella esposa del ex presidente de España, Aznar, se convertirá en la primera alcaldesa de Madrid. El viaje de ida de Alberto Ruiz-Gallardón a la cartera de Justicia la ha colocado como la candidata principal para ponerse al frente del principal ayuntamiento de España. Madridiario analiza su camino político hasta la Alcaldía.
Ana Botella, nacida en(Madrid, 1954) estudió en el colegio religioso de las Madres Irlandesas y Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. Opositó al Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado. Durante catorce años ejerció en la Administración General del Estado, pasando por el Ministerio del Interior, el Gobierno Civil de La Rioja, el Ministerio de Obras Públicas, la Delegación de Hacienda de Valladolid y el Ministerio de Hacienda.
Su carrera política comenzó en 2004, cuando Alberto Ruiz-Gallardón la incluyó en sus listas para el Ayuntamiento de Madrid, como su número 3. En ese momento llovieron las críticas. Las malas lenguas criticaron que no tenía experiencia política y que había sido elegida por ser esposa del entonces presidente del Gobierno José María Aznar. Estos detractores planteaban que el líder popular había pedido ese 'favor' a Ruiz-Gallardón antes de apoyarle en su camino hacia el Gobierno.
La victoria del ex presidente de la Comunidad de Madrid en la capital convirtió a Botella en concejala de Asuntos Sociales. Era un área que podía dulcificar un perfil de 'ex primera dama' de mucho carácter. Pero Botella se mantuvo en el ojo del huracán porque los medios buscaban sus oponiones sobre asuntos de índole nacional y ella las daba. De hecho, fue un debate a esa escala el que motivó una de sus más polémcas declaraciones. La concejala criticó el matrimonio homosexual hablando de peras y manzanas. Casos como este dejaron en un segundo término su gestión en la que hubo más luces que sombras: puso las bases de un potente aparato de servicios sociales, aunque de modelo mayoritariamente privatizado y creó el Samur Social como fuerza de atención a personas en riesgo de exclusión en la capital.
Nadie reparó entonces en la evolución política de la edil. Las críticas a sus declaraciones no la amilanaron, sino que la reforzaron. Ella fue limando sus aristas e impermeabilizándose a las críticas. El discurso fue mejorando, aunque siempre desde un estilo peculiar. Nadie hablaba aún de que pudiese transformarse en la sucesora de Ruiz-Gallardón. Cuando alguien perfilaba esa posibilidad, ella callaba. Sabía que en política es necesario guardar los secretos hasta al propio cuello de la camisa.
La persona fuerte del Ayuntamiento
A pesar de ello, todavía hay personas, entre quienes no la conocen, que hablan de ella como 'mujer florero'. Sus adversarios la definen, sin embargo, como una persona con mano de hierro con guante de hierro y sus colaboradores, por el contrario, hablan de una política muy cercana y educada a la que le gusta tomar decisiones, que no deja sin revisar ni un solo documento y aprende muy deprisa.
Su segunda legislatura la convirtió en la persona fuerte del Ayuntamiento. Pasó a ser la número dos municipal y a llevar el Área de Medio Ambiente. Entonces sí, las miradas se fijaron de forma clara en ella, y se incrementaron los ataques. Tuvo que defenderse de las críticas por los altos niveles de contaminación ("más asfixia el paro", "el planeta está al servicio del hombre" dijo en sus intervenciones); también recibió críticas por la suciedad ("me niego a vivir en una ciudad y en una sociedad en la que tenga que aceptar que hay personas que van a rebuscar en la basura para comer. El Ayuntamiento tiene que velar por las condiciones sanitarias de la ciudad"): por la normativa de publicidad (quiso acabar con los hombres anuncio) y por la limpieza (impulsó la tasa de basuras). Erradicó la música en el Retiro y en las fiestas del Orgullo Gay. Estas situaciones obligaron a Alberto Ruiz-Gallardón a actuar de 'apagafuegos' en algunos casos. Sin embargo, no se valoraron con el mismo baremo hitos medioambientales desarrollados por su área como Madrid Río, la enorme planta de biometanización o las monumentales infraestructuras hidráulicas de la ciudad. Encaminó, además otros proyectos importantes como el Parque Lineal del Manzanares, la Cuña Verde de O´Donnell, el parque forestal de Valdebebas y el anillo forestal de la M-40.
En esta segunda legislatura, la delegada mostró su fidelidad a Ruiz-Gallardón. Cuando Manuel Cobo atacó al Gobierno de Esperanza Aguirre por la sucesión en Caja Madrid, los concejales aguirristas del Grupo Popular en el Ayuntamiento trataron de quitarle la portavocía pero Botella, a pesar que el Gobierno de Aguirre la consideraba la sustituta ideal de Cobo, apoyó al vicealcalde para que se quedase en el puesto.
La tercera legislatura con Ruiz-Gallardón la hizo convertirse de facto en una vicealcaldesa 'en funciones'. Su Área de Medio Ambiente acaparó casi la mitad de la gestión municipal. Absorbió buena parte del Área de Obras, y quitó importantes competencias a Pedro Calvo (responsable de Seguridad y Movilidad) y a Pilar Martínez (delegada de Urbanismo). En estas condiciones, no es extraño que, desde que se conoció que Alberto Ruiz-Gallardón iría a las listas del Congreso, el rumor de la sucesión se convirtiera en clamor, a pesar del silencio de ambos políticos.
La delegada ni siquiera pudo contestar al rey Juan Carlos cuando este le preguntó por su futuro durante la reciente inauguración del Salón de Plenos del Ayuntamiento. Un misterio que tenía un desenlace claro para todo el mundo. Ahora Botella tendrá que lidiar con un Ayuntamiento en muy mala situación económica. Por lo menos se le supone una mejor relación con Esperanza Aguirre de la que tenía Ruiz-Gallardón pero se desconoce qué impronta le dará a un cargo que hasta ahora, en toda la historia del Ayuntamiento, nunca había ocupado una mujer.
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