«No os dejaré más que odio y lágrimas», espetó Enrique de Orleans en su lecho de muerte. Así se despidió el Conde de París de sus nueve hijos, en junio de 1999. El pretendiente al trono de Francia, que alguna vez soñó con ser Enrique VI, nunca pudo ocultar la indignación que le producía «la actitud opulenta» de sus vástagos, fruto de su matrimonio con Isabel de Orleans-Braganza, Princesa de Brasil. Por eso, antes de fallecer, donó el fabuloso patrimonio familiar a la Fundación Saint-Louis, que él mismo creó en los años 70. Desde entonces, los sucesores del Jefe de la Casa de Francia han mantenido una mediática batalla en los tribunales parisinos para recuperar aquello que les ha sido «usurpado».
Tras doce años de litigio, el Tribunal de Gran Instancia de París les acaba de dar la razón, fallando que «el tesoro de los Reyes de Francia», que incluye un retrato de Luis XIII, el cuaderno de dibujos que pintó el «Rey Sol» a los 7 años, la partitura de música de Luis XIII o la mesa de dibujo de María Antonieta, les pertenece. «Es un éxito fantástico, una victoria merecida», dice Beatriz de Orleans, nuera del difunto Conde de París por su matrimonio con Miguel de Orleans, conde de Évreux.
«Durante todos estos años, la República Francesa se ha portado muy mal con mi familia. Los gobiernos de otros países han devuelto muchos bienes a sus Familias Reales depuestas, pero los franceses no han querido hasta ahora», añade la aristócrata, que, pese a estar separada, sigue legalmente casada con el conde de Évreux porque, según dice, «el matrimonio es una ley moral». «Es un hecho histórico que un tribunal de la República restituya a mi familia, hijos de la Casa de Francia, aquello que le pertenece. Curiosamente, se hace justicia en un tema de esta índole con un gobierno socialista, el de Hollande».
El apetitoso tesoro en cuestión son 300 objetos de «gran valor histórico» y económico (según Olivier Baratelli, abogado de la familia, tasados en decenas de millones de euros), que hasta ahora habían permanecido guardados en cajas de seguridad. Entre los bienes destacan un juego de porcelana de Sèvres que perteneció a María Amelia de Borbón-Dos Sicilias, el gran collar de la Orden de la Jarretera y las acuarelas de Louis Carrogis Carmontelle y del Príncipe de Joinville.
El tribunal parisino ha decidido anular las donaciones porque no cuentan con la autorización administrativa y acta notarial. «Las cláusulas que escribió el anterior Conde eran muy dudosas», señala la princesa. Otro de los argumentos que pesó a favor de los descendientes de Enrique de Orleans ha sido que la Fundación Saint-Louis habría manejado el legado con incompetencia, por ejemplo, dejando olvidado un libro de Luis XIV en el fondo de un cajón. Según Baratelli, la intención de la familia es que todos estos objetos salgan a la luz pública y sean expuestos en el Palacio de Versalles y en el museo del Louvre.
La guerra por un ducado
Sin embargo, la sentencia no concede la razón a los herederos en lo que se refiere a los bienes inmuebles reclamados, en particular los castillos de Amboise y Bourbon-l’Archambault, la capilla real de Dreux y otra en París, «porque la familia no inició ninguna acción legal para recuperarlos hasta treinta años después de haberlos donado».
«Respecto a mi suegro, el difunto Conde, solo puedo decir que obró de buena fe. Donó todo a la fundación porque quería proteger el patrimonio. Creía que el tesoro de los Reyes de Francia debía pertenecer a Francia, y temía que sus hijos lo vendieran. Tenía una idea noble, pero su decisión fue un duro golpe para toda la familia», revela la princesa. «La Casa de Alba y los Medinaceli han hecho algo similar con su patrimonio, pero en esos casos hubo consenso general», apunta.
Ahora queda otra contienda por ganar, la que mantiene el hijo de Beatriz, Carlos Felipe de Orleans, con Luis Alfonso de Borbón, hijo del duque de Cádiz, por el ducado de Anjou. «Ese título pertenece a la corona de Francia. Fue abandonado por Felipe de Orleans, nieto de Luis XIV y de la Infanta de España María Teresa, antes de acceder al trono español en 1700 bajo el nombre de Felipe V de España. Esto es historia que sabe todo el mundo», explica. «Le tengo mucho cariño a Luis Alfonso, es un buen niño, pero no está obrando bien al utilizar un título que no le pertenece. Por mí, que llame a sus hijos como quiera, pero en Francia no serán reconocidos como tales». Y así se escribe un nuevo capítulo en la guerra de los Orleans.
La princesa Beatriz de Orleans, junto a su hijo, Carlos Felipe, y su nuera, Diana Alvares Pereira de Melo, en 2008
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