La Duquesa de Alba posa con un diseño de Balenciaga para la revista Vogue América en enero de1941.
Foto: Cecil Beaton. Condé Nast Archive
Cayetana de Alba en 1947.
Hubo un tiempo en el que Cayetana era una de las mujeres mejor vestidas de España y la fotografiaban los mejores. Buscando en los archivos lo primero que nos sorprende es una imagen para la edición estadounidense de la revista Vogue en 1948, donde la que la duquesa viste una elegante creación de Cristóbal Balenciaga compuesta por vestido New Look de cuerpo de encaje y falda plisada combinado con una torera.
La instantánea fue tomada por el fotógrafo Cecil Beaton, uno de los grandes retratistas de Condé Nast y autor de algunas de las imágenes más icónicas de Marily Monroe o Audrey Hepburn. Un año antes, Life había encargado a Scherschel el reportaje de su primera boda. En 1959 sería el mismísimo Avedon quien la retrataría bailando flamenco para Harper's Bazaar (la imagen ilustra la portada de una de sus biografías).
Años más tarde, en 1962, la duquesa vuelve a posar para la biblia de la moda, en esta ocasión es el prestigioso Henry Clarke el responsable de inmortalizarla en el Palacio de Liria con piezas de Elio Berhanyer: un vestido de noche de gasa y un abrigo de tafetán de efecto acolchado. Aparece como una mujer sofisticada... del mismo modo que ya hizo su madre, vestida con las exclusivas creaciones de Coco Chanel en 1930 y que también posó para la revista.
Cayetana en el Palacio de Liria con traje de Elio Berhanyer (Vogue 1962).
Foto: Henry Clarke. Condé Nast Archive.
La madre de Cayetana de Alba con un vestido de encaje diseñado por Coco Chanel...Foto: George Hoyningen-Huen. Condé Nast Archive.
Cayetana de Alba y Jackie Kennedy en la Feria de Abril de Sevilla en 1966.
Nació acompaña da nada menos que por Ortega y Gasset y Gregorio Marañón, antes de la mayoría de edad ya había viajado por todo el mundo, era amiga de Grace Kelly, Jackie Kennedy o El Príncipe Carlos, y se codeaba con artistas. Y, a diferencia de otras figuras de la alta sociedad, nunca quiso ser un icono de elegancia, sólo vestir a su manera.
Por eso, y a pesar de que en su juventud vestía piezas firmadas por Balenciaga o Yves Saint Laurent, y aparecía fotografiada por los grandes en las portadas de la revistas de moda, no tenía reparos en enfundarse kaftanes comprados en Marruecos, alpargatas y blusas ‘demasiado’ estampadas. Podía (y de hecho lo hacía) acudir a los talleres d elos modistos más afamados, pero donde se encontraba en su salsa no era en los ateliers parisinos, sino en los mercadillos. De hecho, las miles de imágenes que la prensa rosa ha mostrado de ella en las últimas décadas, ocurren en cuatro escenarios: en los aledaños de su residencia en el Palacio de Dueñas, en los toros, en una playa o en un mercadillo.
Pero pasó el tiempo y Cayetana, cada vez más, se convirtió en una amante de los volantes, los encajes los estampados en colores vivos, los complementos estridentes, las mantilla y las medias de rejilla. Incluso volvió a posar para Vogue, esta vez en su edición española, en mayo de 2010. Pero su afán por seguir siendo, como ella se define, una mujer cosmopolita y adelantada a su época, ya había derivado en el gusto por combinaciones imposibles ancladas en la estética regional. Embajadora de la moda española durante toda su vida (aunque en su segunda boda encargó su vestido al modisto italiano André Lang), su traje de boda ha sido obra de sus amigos Victorio & Lucchino.
Cayetana de Alba con su marido Alfonso Díez en París.
Si hay un personaje nacional del que se pueda decir que vivió lo que quiso y como quiso, esa es sin duda la Duquesa.Se casó con 85 años con su tercer marido 25 años jóven que ella.
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