Cerro con vivendas autoconstruidas en El Agustino
La respuesta no es alentadora. El terremoto en el vecino Chile ha sido una advertencia para Perú y especialmente para la gran Lima, habitada por casi 9 millones de personas. "Debemos estar preparados para lo peor", ha recordado esta semana Ronald Woodman, presidente del Instituto Geofísico del Perú, harto de no ser escuchado por el gobierno.
En Perú, situado al igual que Chile en el cinturón de fuego del Pacífico, el suelo se mueve a cada rato. En lo que va de año, se han registrado 25 seísmos de una magnitud local (ML) que oscila entre los 3 y los 5 grados.
Cada 50 años aproximadamente- según demuestra la experiencia histórica- la capital registra dos terremotos de mediana intensidad. Sin embargo, hace 274 años que Lima no vive la pesadilla de un gran terremoto. En esa ocasión (1746), un terremoto que superó los 8 grados con epicentro frente a la costa limeña generó un tsunami que arrasó el poblado distrito de la Punta (una pequeña península) y el puerto del Callao.
Bajo la certeza geológica de que lo que pasó una vez puede volver a pasar, Woodman ha implorado estos días en los medios un millón de dólares para que el país cuente con un sistema de alerta temprana de tsunamis.
El dolor vivido por Chile, en el que sí existía este sistema, ha hecho que los sismólogos dejen de predicar en el desierto. El gobierno no sólo ha anunciado que adquirirá este dispositivo, sino también que el Instituto de Defensa Civil (INDECI) realizará una campaña de inspección de inmuebles.
Suelos blandos y viviendas 'autoconstruidas'
Todos los organismos llegan a la misma conclusión: Lima no está preparada para un terremoto de estas características. En primer lugar, la composición de sus suelos aumenta la vulnerabilidad sísmica. Según el mapa elaborado por el Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (CISMID), el suelo de la mitad de los 49 distritos de Lima y Callao amplifica las ondas sísmicas por su composición arenosa y arcillosa y por su cercanía a cerros.
Los distritos más grandes de Lima son los que tienen suelos más blandos. Chorrillos, Villa el Salvador, Ventanilla y El Callao, son algunos de los que tienen luz roja. A esto se añade el hecho de que- según señala la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO)-uno de cada dos inmuebles de la capital es "autoconstruido". Es decir, ha sido levantado por sus propietarios o por albañiles sin la presencia de un ingeniero civil o un arquitecto.
Además, de las 2 millones de viviendas censadas en Lima en 2007 por el Instituto Nacional de Estadística, medio millón no están hechas de cemento y ladrillos. En el caso del centro histórico de Lima, el adobe y la quincha (mezcla de madera y barro) son los materiales de construcción más abundantes.
Fruto del descuido histórico sufrido por estas casonas antiguas, casi 17 mil 500 inmuebles con una antigüedad mayor de un siglo y en los que viven 50 mil personas están en estado de ruina según un estudio de 2006 realizado por el INDECI. Recordemos que en agosto de 2007, un terremoto de 7,9 grados destruyó el 80% de la ciudad de Pisco, a 240 Km. al sur de Lima. Precisamente el adobe fue la causa de este alto nivel de destrucción.
Sí existen normas pero se incumplen
Desde 1997, Perú cuenta con normas de construcción sismorresistente equiparables a las de países como Japón o México. El problema es que son los municipios del país los encargados de verificar que estas normas se cumplan.
"Los municipios muchas veces no tienen las capacidades de supervisión y los conocimientos técnicos para otorgar licencias, por lo que un gran número de construcciones son informales", opina Javier Piqué del Pozo, ex Decano del Colegio de Ingenieros del Perú y miembro de la comisión que elaboró estas normas de construcción antisísmicas agrupadas en la Norma Técnica E. 030.
Según el ingeniero, alrededor de un 70% de las inmobiliarias cumplen con las normas de construcción, ya que se ven obligadas a contratar una póliza de seguros. El resto estarían en la informalidad y conseguirían licencias valiéndose de la inexperiencia de los municipios o de la corrupción.
Un caso controvertido son las viviendas de lujo construidas recientemente en los acantilados de Lima, muchas de las cuales superan los 7 pisos. Los terrenos son arcillosos y su situación al borde de un barranco incrementa, según Piqué, hasta en un grado la intensidad de cualquier seísmo. Sin embargo, suplen estas adversidades con técnicas modernas de construcción sobre las que hay desacuerdo en el sector. "Lo más sensato sería no construir en vertical al borde del acantilado", opina.
Hospitales y escuelas, no son antisísmicos
Pero si este es el panorama en las edificaciones posteriores a 1997, en las anteriores, en las que las normas de construcción no eran tan rigurosas, no hay garantías.
La prueba: los daños provocados en las escuelas de la región de Arequipa en el terremoto que sufrió el sur del país en el 2001 y también la experiencia de Pisco en 2007. Las nuevas escuelas, construidas al amparo de la E.030, resistieron. Las antiguas sufrieron graves daños porque se deformó su estructura.
Pero el caso más dramático es el de la infraestructura sanitaria. En 1998 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) encargó al CISMID un estudio de vulnerabilidad sísmica en 10 hospitales del país. Este estudio demostró que aunque muchos hospitales, pese a su antigüedad, tenían estructuras seguras (el caso del Hospital Nacional Edgardo Rebagliati), otros estaban regular y algunos muy mal (en particular el Hospital Cayetano Heredia de Lima).
"Hasta ahora han hecho poco o nada con los hospitales, postas médicas y colegios susceptibles de ser dañados", informa el portavoz del Colegio de Ingenieros. "Falta decisión política porque las reparaciones no se inauguran".
En Perú, situado al igual que Chile en el cinturón de fuego del Pacífico, el suelo se mueve a cada rato. En lo que va de año, se han registrado 25 seísmos de una magnitud local (ML) que oscila entre los 3 y los 5 grados.
Cada 50 años aproximadamente- según demuestra la experiencia histórica- la capital registra dos terremotos de mediana intensidad. Sin embargo, hace 274 años que Lima no vive la pesadilla de un gran terremoto. En esa ocasión (1746), un terremoto que superó los 8 grados con epicentro frente a la costa limeña generó un tsunami que arrasó el poblado distrito de la Punta (una pequeña península) y el puerto del Callao.
Bajo la certeza geológica de que lo que pasó una vez puede volver a pasar, Woodman ha implorado estos días en los medios un millón de dólares para que el país cuente con un sistema de alerta temprana de tsunamis.
El dolor vivido por Chile, en el que sí existía este sistema, ha hecho que los sismólogos dejen de predicar en el desierto. El gobierno no sólo ha anunciado que adquirirá este dispositivo, sino también que el Instituto de Defensa Civil (INDECI) realizará una campaña de inspección de inmuebles.
Suelos blandos y viviendas 'autoconstruidas'
Todos los organismos llegan a la misma conclusión: Lima no está preparada para un terremoto de estas características. En primer lugar, la composición de sus suelos aumenta la vulnerabilidad sísmica. Según el mapa elaborado por el Centro Peruano Japonés de Investigaciones Sísmicas y Mitigación de Desastres (CISMID), el suelo de la mitad de los 49 distritos de Lima y Callao amplifica las ondas sísmicas por su composición arenosa y arcillosa y por su cercanía a cerros.
Los distritos más grandes de Lima son los que tienen suelos más blandos. Chorrillos, Villa el Salvador, Ventanilla y El Callao, son algunos de los que tienen luz roja. A esto se añade el hecho de que- según señala la Cámara Peruana de la Construcción (CAPECO)-uno de cada dos inmuebles de la capital es "autoconstruido". Es decir, ha sido levantado por sus propietarios o por albañiles sin la presencia de un ingeniero civil o un arquitecto.
Además, de las 2 millones de viviendas censadas en Lima en 2007 por el Instituto Nacional de Estadística, medio millón no están hechas de cemento y ladrillos. En el caso del centro histórico de Lima, el adobe y la quincha (mezcla de madera y barro) son los materiales de construcción más abundantes.
Fruto del descuido histórico sufrido por estas casonas antiguas, casi 17 mil 500 inmuebles con una antigüedad mayor de un siglo y en los que viven 50 mil personas están en estado de ruina según un estudio de 2006 realizado por el INDECI. Recordemos que en agosto de 2007, un terremoto de 7,9 grados destruyó el 80% de la ciudad de Pisco, a 240 Km. al sur de Lima. Precisamente el adobe fue la causa de este alto nivel de destrucción.
Sí existen normas pero se incumplen
Desde 1997, Perú cuenta con normas de construcción sismorresistente equiparables a las de países como Japón o México. El problema es que son los municipios del país los encargados de verificar que estas normas se cumplan.
"Los municipios muchas veces no tienen las capacidades de supervisión y los conocimientos técnicos para otorgar licencias, por lo que un gran número de construcciones son informales", opina Javier Piqué del Pozo, ex Decano del Colegio de Ingenieros del Perú y miembro de la comisión que elaboró estas normas de construcción antisísmicas agrupadas en la Norma Técnica E. 030.
Según el ingeniero, alrededor de un 70% de las inmobiliarias cumplen con las normas de construcción, ya que se ven obligadas a contratar una póliza de seguros. El resto estarían en la informalidad y conseguirían licencias valiéndose de la inexperiencia de los municipios o de la corrupción.
Un caso controvertido son las viviendas de lujo construidas recientemente en los acantilados de Lima, muchas de las cuales superan los 7 pisos. Los terrenos son arcillosos y su situación al borde de un barranco incrementa, según Piqué, hasta en un grado la intensidad de cualquier seísmo. Sin embargo, suplen estas adversidades con técnicas modernas de construcción sobre las que hay desacuerdo en el sector. "Lo más sensato sería no construir en vertical al borde del acantilado", opina.
Hospitales y escuelas, no son antisísmicos
Pero si este es el panorama en las edificaciones posteriores a 1997, en las anteriores, en las que las normas de construcción no eran tan rigurosas, no hay garantías.
La prueba: los daños provocados en las escuelas de la región de Arequipa en el terremoto que sufrió el sur del país en el 2001 y también la experiencia de Pisco en 2007. Las nuevas escuelas, construidas al amparo de la E.030, resistieron. Las antiguas sufrieron graves daños porque se deformó su estructura.
Pero el caso más dramático es el de la infraestructura sanitaria. En 1998 la Organización Panamericana de la Salud (OPS) encargó al CISMID un estudio de vulnerabilidad sísmica en 10 hospitales del país. Este estudio demostró que aunque muchos hospitales, pese a su antigüedad, tenían estructuras seguras (el caso del Hospital Nacional Edgardo Rebagliati), otros estaban regular y algunos muy mal (en particular el Hospital Cayetano Heredia de Lima).
"Hasta ahora han hecho poco o nada con los hospitales, postas médicas y colegios susceptibles de ser dañados", informa el portavoz del Colegio de Ingenieros. "Falta decisión política porque las reparaciones no se inauguran".
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