Una de cada 60.000 personas sufren una malformación congénita llamada sirenomelía. Shiloh Pepin era una de ellas. falleció hace una semana ...
Cuando nació Shiloh Pepin los médicos no le dieron más que unas semanas de vida, pero sus ganas de vivir rompieron este negativo pronóstico y alcanzó los diez años. Pero su cuerpo no puedo resistir más tiempo y, hace unos días, falleció.
La pequeña Shiloh sufría sirenomelía, una malformación congénita provocada por la unión de las extremidades inferiores. Vamos, cual sirena mitológica. Muchas niñas desearían ser sirenas, pero no todo es tan bonito como se pinta. Shiloh, aparte de no poder moverse, sufría una alteración del desarrollo vascular, carecía de órganos genitales y de colon y tenía anomalías gastrointestinales. Además, sólo le funcionaba un riñón, después de haber sufrido dos transplantes.
¿Era posible una operación que liberase a la pequeña Shiloh de esta carga? En su caso no, porque sus vasos sanguíneos se cruzaban de una extremidad a otra y era imposible separar las piernas. Además, las esperanzas eran pocas porque hasta el momento sólo dos niñas con la misma malformación han podido tener una vida normal después de la operación.
Shiloh aprendió a vivir con la sirenomalía: cantaba, le gustaba dibujar y estar siempre rodeada de gente. Además, no se perdía ni un solo día de clase y sus profesores aseguran que era una excelente estudiante. Quizás Shiloh sea un ejemplo de superación en las adversidades, de que no debemos quejarnos por cualquier tontería porque hay gente mucho peor que nosotros pero que salen adelante con muy poco o saltando muchos -quizás demasiados- obstáculos
Fuente de la fotografía: AP
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