Soldados, médicos y trabajadores humanitarios seguían llegando a HAITI pero miles de víctimas del terremoto del martes, que se estima mató a 200.000 personas, aún tenían dificultades para encontrar un vaso de agua o un plato de comida.
Sobre el puente del portaaviones estadounidense Carl Vinson, los helicópteros despegaban en cadena este sábado para llevar víveres y agua potable a Puerto Príncipe a cientos de miles de víctimas del sismo que azotó a Haití hace cuatro días.
Unos 20 aparatos de la inmensa base flotante, que llegó este viernes a la costa de la capital haitiana, efectuaron este sábado unos 25 viajes, contra 15 en total del día anterior.
Entre ellos, un pequeño Seahawk despega del barco y se dirige hacia Puerto Príncipe. Toda la ayuda encaminada por avión esta mañana de la base naval estadounidense de Guantánamo (Cuba) fue depositada en el barco y ya fue distribuida.
"No sé cuál será nuestra misión. Tomamos las órdenes de uno de los comandantes en el aeropuerto, en función de las necesidades", explicó Mikel Carr, el jefe de tripulación del Seahawk, que ya había sido desplegado para una misión similar en Indonesia, luego del tsunami devastador de diciembre de 2004.
Al cabo de cinco minutos, el aparato comenzó a sobrevolar tierra firme. La vista aérea revela la impresionante amplitud de los daños: techos hundidos y edificios en ruinas rodean campamentos improvisados donde se amontonan los sin techo.
En el aeropuerto de Puerto Príncipe la tripulación recibe rápidamente sus instucciones: distribuir agua potable y cajas con raciones alimentarias (MRE) en varios puntos de la ciudad.
En cinco minutos el pequeño helicóptero despega con su carga hacia las alturas de Puerto Príncipe, de difícil acceso por la ruta, y aterriza en una pequeña área despejada rodeada por la multitud.
Pero sobre la colina, para sorpresa de la tripulación, los soldados estadounidenses de la 82° división aerotransportada esperan el cargamento. Habían improvisado un perímetro de seguridad con sillas y vigilaban, armados, a los cientos de haitianos que se aprestaban para recibir los víveres tan esperados.
En cinco minutos, una cadena se forma, las cajas son descargadas en medio de la calma.
El helicóptero despega para abastecerse en el aeropuerto, efectúa una segunda entrega en el mismo lugar y luego vuelve a partir, dejando atrás a las tropas en tierra para que organicen la distribución.
"Si los soldados de la 82° no hubieran estado allí, las personas habrían podido correr hacia nosotros", comentó Carr, aliviado por esta presencia de la que no había sido informado.
Sobre todo, "todo puede irse fuera de control", confió el militar en momentos en que la distribución de ayuda internacional había provocado el sábado peligrosos movimientos de población.
Luego de una tercera entrega de cajas en otro lugar de la ciudad, lejos de la población, el helicóptero vuelve al portaaviones.
Cuando el aparato sobrevuela la ciudad, varias persona saludan con la mano y los militares responden. Otros agitan sus brazos pidiendo ayuda.
Para la tripulación del Seahawk, que entregó un centenar de cajas de alimentos y 20 de agua en dos horas, la misión terminó. El helicóptero se prepara para un nuevo viaje, con otro equipo a bordo.
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