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sábado, 6 de febrero de 2010

EN CUBA SE CELEBRA TODAVIA LA PUESTA DE LARGO DE LOS 15 AÑOS,LAS FAMILIAS AHORRAN PARA ESTA FIESTA EN MEDIO DE LA POBREZA.¡INTERESANTE VAMOS!



  • El matrimonio Sarduy ahorró por 12 años para celebrar los 15 de su hija
  • Son pocos los cubanos que no ahorran para festejar a las quinceañeras
  • La tradición y la ilusión son más importantes que pasar limitaciones

Y llegó el día. El matrimonio de Rogelio Sarduy y Maritza López, en la mañana del 30 de enero se despertaron bien temprano para asegurar todos los detalles de la fiesta de 15 años de Yailén, su única hija.

Nerviosos y satisfechos dan carrera por toda La Habana. En una libretica tienen anotados los asuntos pendientes. Ver si el hombre encargado de elaborar los cakes (tartas) ya los tiene listos. E insistentemente llamar, para confirmar la participación de un locutor de la televisión, contratado para ejercer como maestro de ceremonia.

Todo empezó doce años atrás, cuando con paciencia asiática, los padres comenzaron a guardar en el bolsillo de un viejo gabán, parte del dinero que le enviaban sus parientes al otro lado del estrecho de la Florida.

Nos privamos de muchas cosas, pero siempre tuvimos en mente hacerle una fiesta por todo lo alto a nuestra hija. Valió la pena. Nos salió estudiosa y educada, se merece todo el sacrificio que hemos hecho-comentan los felices padres a pocas horas de que su hija arribe a la edad de la ilusión.

Es una tradición cubana que al cumplir 15 años, a las adolescentes les celebren una fiesta fastuosa con coreografías, bailes con trajes largos y sesiones interminables de fotos y videos. Los más pobres también se las agencian para conmemorar la fecha. Los hijos varones no forman parte de esa costumbre.

El negocio de los 15

Alrededor de las quinceañeras se ha montado un jugoso negocio particular, sobre todo en La Habana. Tomen nota. El matrimonio Sarduy tuvo que pagar 110 cuc (pesos cubanos convertibles) por dos álbumes de fotos y un CD con efectos especiales. 70 cuc por el alquiler de diferentes vestidos para cambiarse durante las fotos, hechas en diferentes locaciones. Por utilizar 6 horas el salón de un elegante hotel capitalino, 150 cuc. Súmele además, que entre comida, ron, cerveza, buffet, dulces y ostentosos caces, gastaron 600 cuca (unos 24 dólares).

Por si no bastara, una semana antes de la fiesta, además de comprarle a Yailán tres conjuntos de ropa y calzado, desembolsaron 900 cuca para pasarlos tres un fin de semana en un hotel de la playa de Varadero, a 100 kilómetros al este de la ciudad. El joven que montó la coreografía del baile para las quince parejas cobró 60 cuca. Más cara fue la tarifa del conductor de la tele: 100 cuca.

El grifo de la moneda dura no se cerró ahí­. Casi 300 cuca costó alquilar una flota de taxis y minibuses. Luego de darse un trago amplio de ron Habana Club añejo 7 años, el padre sonríe. No cree que todavía sea el momento de 'pasar raya' y sacar cuentas. Aunque por lo bajo señala que "entre una cosa y otra, hemos gastado 4 mil cuca, toda la plata que llevábamos doce años guardando".

Una fiesta de reyes

Para que se tenga una idea: 4 mil cuca equivalen a 100 mil pesos cubanos. Esa cantidad será lo que ganara en 14 años un profesional que por su trabajo mensualmente recibiera 600 pesos (unos 24 dólares) y que al año sumaran 7.200 pesos.

Como se ve, no todos en Cuba pueden tirar la casa por la ventana como lo acaba de hacer el matrimonio Sarduy. Pero por tal de celebrarle los 15 a su hija, hasta las familias pobres gastan lo que no tienen y se endeudan.

Es la tradición. Tal vez en Europa y otras partes del mundo la consideren 'kitsch' e inexplicable: gastar el dinero que no abunda en festejos superficiales, donde no faltan sesiones de fotos como si la muchacha fuera una modelo internacional.

Son pocas las familias cubanas que a pesar de comer poco y mal y desayunar solo café, no despilfarren ese día. Unos, como el matrimonio Sarduy, guardan la plata en el bolsillo de un abrigo. Otros venden artículos de valor, piden prestado o se empeñan. Lo que sea. Por tal de celebrarle los 15 a la hija.

A la mañana siguiente, sin un centavo en la cartera, con la resaca de la bebida ingerida y la felicidad de haber organizado una fiesta que sonó en todo el barrio, es cuando empieza lo bueno.

En esos casos, el matrimonio Sarduy tiene una filosofía muy particular. "Mañana será otro día", dice Sarduy mientras con emoción contenida vuelve a mirar el video de los 15 de su única hija. "Vale la pena. Es una fiesta que se celebra una vez en la vida"
EL MUNDO.ES

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